¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

miércoles, 6 de julio de 2016

BiciCoa 2016

¿Se puede considerar tradición un evento celebrado por tres años consecutivos? Me gustaría pensar que sí y que la BiciCoa se ha convertido en la cita anual por excelencia de nuestra pequeña comunidad de perdedores.

A la edición de este año, el 25 de junio, acudieron Pablo, Miguel, Jaime, Lude, Raúl, Jesús, El Bombi y un servidor. Ocho bicicletas en total...y habrían podido ser doce si Susana, Juancar, Néstor y Jaime (otro Jaime, no el titán extremeño) no hubieran sufrido contratiempos de última hora que les impidieron acudir a la cita en unos casos o hacer la ruta en otros. El año que viene contamos con vosotros, por supuesto.


Tengo que reconocer que el recorrido de este año no acababa de convencerme. Demasiado corto, tal vez. Con casi todo el desnivel acumulado en los últimos kilómetros. Mi intención al diseñarlo fue rodar por el mayor numero de senderos posible y tratar de no repetir demasiado los caminos recorridos en años anteriores: muy difícil. Pero no hay mal que por bien no venga. Que la ruta fuera corta le vino bien a los perdedores con peor forma física. Y es que en este grupo somos así... algunos tienen que echar el pie a tierra para superar las cuestas más prolongadas y los calambres y otros terminan la ruta sin despeinarse.Por suerte no hubo que lamentar ni caídas ni averías... pero sí mucho calor.


El track puede descargarse de Wikiloc

Sirvan los párrafos anteriores como resumen para los que tengáis prisa, que ahora nos meteremos en faena y entraremos en detalles. Había citado a los perdedores a las 10:30 para comenzar a dar pedales sobre las 11:00. Puse el despertador a las 9:30 para desayunar tranquilamente y al levantar las persianas vi que Jaime y Raúl ya estaban esperando fuera. La invitación a la BiciCoa no incluía desayuno, es algo que tendré que dejar muy claro en la próxima edición. El resto de amigos fueron llegando poco a poco y sorprendentemente respetando los parámetros razonables de la puntualidad. Entre abrazos sentidos, saludos cordiales y bromas más o menos groseras se sacaron las bicicletas de los coches, nos calzamos las zapatillas, rellenamos los bidones de agua y le damos un último punto de presión a las ruedas cruzando los dedos para que Miguel no vuelva a darnos la ruta como el año pasado con sus problemas con los tubeless. Poco más: foto de grupo de rigor y foto individualizada para sentirnos importantes y... ¡A dar pedales!



La primera parte de la ruta es bastante llana y transcurre por pista ancha y en general de buen firme a excepción de un pequeño tramo de descenso en el primer kilómetro: se desciende hasta un arroyo por un camino bastante roto por las roderas de agua y con algunas piedras sueltas. Tratando de aprovechar una roca del borde del camino para saltar, Raúl estuvo a punto de ir al suelo y llevarse a Lude con él...pero pudo recuperar el control de su bicicleta y salvar la situación. Según declaraciones del protagonista, como en todo momento la bicicleta se mantuvo entre sus piernas no cuenta como caída. Y a nosotros nos parece una explicación de lo más razonable y de una lógica aplastante, así que ni hablar de caída.



En los seis kilómetros que separan el punto de partida de Las Navas del Marqués ya se veía quién iba más fuerte y quién lo iba a pasar peor con el paso de los kilómetros. Miguel y Jaime tiraban del grupo en cabeza mientras el resto especulábamos un poco con nuestras energías. En la urbanización Los Matizales nos reagrupamos y atravesamos el polígono industrial por la calle principal para salir a un camino que corre paralelo a la M-505 por el lado izquierdo en dirección a Madrid. Se trata de un trazado muy divertido, a veces pista, a veces sendero y muy rápido. A Miguel le faltó poco para comerse un pino que parece que alguien colocara a propósito para que se estrellara un perdedor. Yo, lo reconozco, también le pase cerquita. Muchas rocas y raíces invitaban a saltar y me da rabia no haber ido por detrás de los más juguetones para ver cómo gestionaban según qué obstáculos.




Cruzamos la carretera al final del camino hacia la zona recreativa conocida como "El Valladar" y tras una breve pausa a la sombra (ya hacía calor) giramos 180º para volver a Las Navas del Marqués por el lado contrario de la carretera. Tomamos un sendero estrecho de carácter ascendente que poco después se convierte en pista para finalizar, con algún tramo divertido, en la glorieta del restaurante Magalia. En uno de los tramos más llanos me veo rodando solo entre dos aguas. Los que querían ir más rápido iban por delante y los que tenían menos fuerzas iban por detrás con algunos acompañantes... ¿Organizo una ruta con 7 colegas para terminar dando pedales yo solo? Somos perdedores, lo llevamos en los genes.
       



Estamos a mitad de ruta, pero queda lo mejor: el rápido sendero que nos llevará desde Las Navas del Marqués hasta el barrio de La Estación y las largas subidas por los alrededores de la Ciudad Ducal.
El mencionado sendero es de los pocos que conozco por la zona y aunque ya lo recorrimos el año pasado merece la pena repetir tantas veces como sea necesario. Es bastante recto y realmente no entraña más dificultad que algunas raíces y piedras y, eso sí, las numerosas piñas que hay que esquivar para que no te hagan caer. El primero en tirarse fue Jaime y detrás Raúl, como si fuera una competición de descenso. Una salida de cadena le impidió a Raúl su reto de alcanzar a Jaime. Tercero fui yo y creo que fue la vez que más rápido bajé por ese sendero... al punto de pasar miedo en un par de ocasiones. Por suerte nadie se cayó y pudimos reagruparnos al final en el camino de acceso a la estación de ferrocarril de Las Navas del Marqués.




Tras pasar una cancela toca subir una rampa corta pero muy puñetera por tener mucha piedra suelta y por estar completamente descubierta de árboles... y el calor no facilitaba las cosas. Serían apenas doscientos metros pero se pasó un mal rato, Giro a la  derecha para comenzar un suave descenso por una pista ancha que abandonamos pronto para tomar, otra vez a la derecha, un camino entre jaras que desciende en pendiente muy pronunciada, hasta el arroyo del Corcho. Como bien señaló Jesús, es una pena no conocer algún sendero que aproveche este desnivel y tener que bajar por un camino ancho que no aporta demasiada emoción al descenso.



Cruzamos el arroyo del corcho entre vacas y terneros y llenamos los bidones de agua fresca en la fuente que nos encontramos al otro lado y cuya existencia yo había olvidado. Me vino de lujo porque por culpa del calor apenas me quedaba agua. Empezaba lo malo... bueno, hay gente que disfruta con las subidas. No es lo mío, francamente. Rodamos unos cientos de metros paralelos al arroyo para poco a poco girar a la derecha para encarar un fuerte ascenso hasta, prácticamente, el embalse de Ciudad Ducal. Me quedé atrás tratando de acompañar a Jesús... que tras seis meses sin montar en bicicleta no pudo más y aprovechando que Pablo había parado a recuperar el aliento en una sombra decidió echar pie a tierra para coger aliento.   


Bajamos hasta casi el nivel del agua del embalse y lo rodeamos por el camino que lo bordea (no me cansaré de ir a este embalse, ya sea a montar en bici, a pescar o a pasear) para encarar la última y dura subida hasta casi recuperar la cota inicial. Las cervezas frías que nos esperan a apenas un par de kilómetros son motivación suficiente para apretar los dientes y echar el resto. O la pota, porque alguno iba bien tocado a causa de la falta total de entreno.




Nuestros familiares y amigos nos recibieron, de vuelta al punto de partida, con globos de agua. No os creais que nos molestó. El sol pegaba de lo lindo y se agradecíó ese recibimiento pasado por agua. El resto del día discurrió, como podéis imaginar, entre cervezas, pinchos, chuletas, chupitos y muchas risas.



Mención aparte merece el regalazo que se curró Raúl. Cuando lo vi me quedé sin palabras y sigo sin ellas. Os lo muestro en foto para que vosotros mismos lo valoréis. Mide unos 60x20cm aproximadamente, para que os hagáis una idea.



Y para terminar, por supuesto, agradezco a mi querida Lourditas todo el trabajo extra y la paciencia para ayudarme a preparar este evento y aguantar a este grupo de perdedores que pierden la cabeza por una buena ruta en bici... si va seguida de una barbacoa. Ya estoy pensando en la edición del año que viene.

Os dejo las fotos individuales por si las queréis imprimir para colgarlas en la cabina del camión.