Camino Mozárabe de Santiago – Etapa 1

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En esta entrada tenemos la crónica de la etapa 1 del Camino de Santiago mozárabe, entre Granada y Alcalá la Real.


Etapa 1: Granada – Alcalá la Real

  • Distancia: 61,8 Km
  • Localidades: Granada (0 Km), Atarfe(10,5 Km), Sierra Elvira (14,2 Km), Pinos Puente (18,4 Km), Olivares (30,5 Km), Moclín (33,9 Km), Cequia (45,1 Km), Alcalá la Real (55,8 Km)
  • Ascenso: 1159 m
  • Descenso: 923 m
  • BYC: 92
  • Mapa Google Earth
Track disponible en Wikiloc

 

Día 22 de Octubre de 2014, Granada

Ya nos habíamos encargado la noche antes de dejar todo el material preparado. Las bicicletas montadas y revisadas (tuve un percance con un obús cuando inflé la rueda por lo que tuve que cambiarlo), el bolso con casi toda la ropa y material distribuido y en su carro.

Desayunamos, devolvimos las llaves del apartamento y tras enfundarnos en nuestra ropa técnica nos pusimos manos a la obra. Nos tocaba cruzar toda Granada para encontrar el camino que nos dirigiría hasta Alcalá la Real, nuestro punto de llegada en el día de hoy.

Sobre el papel se trataban de unos 55 km con 1144 metros de ascenso acumulado, no parecía dura a excepción de una pendiente muy pronunciada para llegar a Moclín.

 

Antes de salir de granada pasamos por delante de la catedral y compramos unos piononos (dulce típico de granada) para el avituallamiento.

 

Conseguimos salir de Granada, no sin antes tomar un desvío sobre el camino prefijado ya que las aguas subterráneas habían inundado uno de los túneles por los que teníamos que cruzar la autovía.

Al momento nos encontrábamos en un camino ancho (inicios de una urbanización sin ninguna construcción, tema de la crisis imagino). Tras esto, un sendero pegado a un curso de agua nos hace cruzar un polígono y llegar por fin el primer indicativo de Camino de Santiago.

 

Desde este punto, pasando por Atarfe, donde sellamos nuestra credencial, y hasta llegar hasta Pinos Puente la pista es ancha y sólida. Se rueda sin problema y los kilómetros se van consumiendo como por arte de magia, lo hemos cogido con ganas.

De momento la gráfica no engañaba, y ahora había que cruzar un cerro para llegar a Olivares, con su correspondiente subida. El calor hace acto de presencia y la pendiente aunque no es dura, se nota. Llevamos ya casi 25 km, buen ritmo.

El cerro se caracteriza por campos de olivos, no hay otra cosa. Al fondo siempre se vislumbra la figura del Castillo de Moclín, el hito complicado del día.

 

Llegamos a Olivares y paramos en un bar a tomar un merecido avituallamiento: un refresco, un pincho, una barrita… Todo será poco. El camarero también nos sella la credencial y nos comenta que la subida a Moclín es dura, pero que no hay otra alternativa (a parte de la carretera) para subir en bicicleta.

 

Nos ponemos manos a la obra, los primeros 200 metros son duros pero se llevan. Se puede pedalear y avanzamos. Pero hasta aquí se ha dicho. Tenemos que echar pie a tierra, quitarnos las zapatillas de bicicleta y calzarnos unas deportivas. La pendiente no es normal. El firme resbala y es imposible avanzar. Susana sube su bici 50 metros, la deja en el suelo y baja a echarme una mano para subir la mía con el carro, inhumano. Las imágenes hablan por sí solas.

 

No hay palabras que describan este ascenso. Con la Ermita a mitad de recorrido. 

 

Por fin alcanzamos nuestra cima del día. Son las cuatro de la tarde. Buscamos un restaurante y todo está cerrado. Tenemos hambre y parece que uno de los camareros nos lo nota en la cara y conseguimos convencerle para que nos prepare un par de bocatas. Hay que recuperar fuerzas, hemos tardado más de una hora en superar los 4 kilómetros de distancia y más de 400 metros de ascenso. 

 

Desde este punto y habiendo recorrido ya 40 kilómetros, en teoría comenzaba la parte sencilla del recorrido. Pero todo es teoría. El descenso de Moclín (subimos para descender, ya podían haber dado una vueltecita al cerro) se realiza entre dos olivares por un camino roto y casi sin marcar.

Seguidamente tomamos una pista, cruzamos la carretera y continuamos por la pista, hasta un punto en el kilómetro 45 en el que el camino parece que gira a la izquierda.

Pero el GPS y la señalización dice otra cosa. Toca subir por la pendiente de un olivar cultivado. Sin camino, sin senda, sin la más mínima comodidad para ascender.

Volvemos a las andadas y volvemos a empujar la bicicleta. Camino intransitable incluso sin carga. Sólo es un kilómetro pero se vuelve a hacer eterno hasta que volvemos a entrar en una pista.

Desde aquí y hasta el final de la ruta una pista ancha para vehículos nos acompaña, los últimos dos o tres kilómetros un camino de Hormigón y por fin entramos en Alcalá. 

 

Llegamos al hostal Río de Oro, dónde nos abren una habitación/almacén para guardar las bicicletas y dónde nos damos la merecida ducha.

Al final han sido 62 kilómetros, 1159 metros de ascenso acumulado y 9 horas y 46 minutos desde la salida (contando descansos, paradas, avituallamientos, comida y demás…).

Las últimas pendientes para llegar a Alcalá no se mostraban en la gráfica de Google Earth y aunque no eran muchas, tras 50 kilómetros no eran un plato de gusto.

Susana no puede con su rodilla, la molestaba antes de empezar y el dolor ha ido empeorando. Las pendientes pronunciadas no han ayudado a calmarla. Si sigue así su idea es coger mañana mismo un autobús a Córdoba. Un masaje tras la ducha y salimos a cenar. Tenemos la suerte de encontrar un bar de tapas. Consumición más tapa a elegir con opción de pedir más a parte de la consumición. Todo espectacular, cada tapa sorprende más y comemos mientras rememoramos el día. Una aspirina para el cuerpo y seguimos disfrutando de la cena.

Tras cenar recorremos un poco la localidad. No nos apetece nada, estamos cansados, pero hay que estirar las piernas. La idea es ver el castillo pero cuando estamos llegando apagan las luces, media vuelta y a descansar.

Mañana será otro día, veremos si buscamos el autobús o nos enfundamos de nuevo el culote y el casco.


En la siguiente entrada hablamos sobre la segunda etapa, desde Alcalá la Real hasta Baena.

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